En los olivaritos
niña, te espero,
con un jarro de vino
y un pan casero.
Yo no sé si a Lorca le sobraría pan después de su cita en los olivaritos pero el aprovechamiento de las sobras de pan ha sido un recurso culinario bien común, sobre todo en aquellas épocas funestas de pasar más hambre que una sanguijuela en un espejo.
Todos los que ya vamos para añejos recordamos alguna talega llena de mendrugos colgada tras la puerta de la cocina. La escasez es lo que tiene, aviva la imaginación. Si a eso le añadimos unos cuantos avíos de primera necesidad, como el ajo, el pimentón, la sal y el aceite, ya tenemos los ingredientes para algún apaño imaginativo en la cocina. Desde gazpachos a torrijas o desde las migas a las sopas. Luego, en función de lo abastecida que tengamos la despensa, que vayan a parar a la sopa unos trozos de jamón, de chorizo, de panceta o unos huevos ya puede ser cuestión de lucimiento.
Y así queda la sopa castellana bien lucida, como una sopa de ajo acicalada.
Cómo lo cocinamos

En los ingredientes no hemos puesto cantidades porque esta es una sopa que cada cual hace a su gusto, se puede hacer más fuerte o menos con toda libertad. Nosotros no solemos cargarla excesivamente de grasas por eso nos basta con poner sobre los 35-40 gr de tocino y chorizo o sencillamente no ponerlos.
Picamos los ajos y los doramos en un poco de aceite. Añadimos el tocino y el chorizo también picados. Lo rehogamos un poco, incluimos el jamón en taquitos y acabamos con el pan cortado en sopas o en rebanadas finas, una por cada plato. Rehogamos bien, retiramos el puchero del fuego y añadimos el pimentón. Sin dejar que se queme echamos el caldo y dejamos hervir 15-20 minutos para que se integren todos los sabores.
La sopa se puede presentar con huevos escalfados directamente en el caldo o habiéndolos preparado previamente en papel film, cociéndolos durante 5 minutos.
Cómo está hecha la fotografía
Quería resaltar el color del caldo sobre toda la escena, por eso utilice todos los elementos blancos matizando las formas con sombras muy suaves. No quería añadir ningún elemento más a la imagen para no romper la clave alta. No suelo utilizar horizontes inclinados casi nunca, es muy raro que lo haga, pero en este caso decidí inclinarlo para añadir dinamismo a la imagen y apoyar el movimiento de caída del caldo. La línea de caída del horizonte está en la misma dirección que servimos la sopa y, con un flash situado bajo la base blanca, maticé los laterales dejando que prácticamente se uniesen fondo y base en la parte central y produjese un efecto de línea curva, como el resto de líneas que forman las sombras.

La luz general proviene de un flash, con ventana de 60, situado en vertical sobre el plato. Así se acentúan los blancos mientras dos reflectores realzan las sombras y producen un efecto de caja de luz. El reflector situado a las 4 del reloj es plata para reflejar más cantidad de luz y evitar que las sombras frontales fueran demasiado profundas. A las 12, un reflector blanco hace las veces de fondo y de relleno posterior.

Bajo la mesa está situado un flash de mano, tipo cobra, dirigido al reflector de fondo, que se encarga de producir el efecto de horizonte. Este flash está sostenido por un brazo articulado sujetado al pie del reflector con una pinza de cangrejo. Esta luz fue la que más costó de graduar para que no llegara a quemar completamente el fondo y produjera las leves sombras en los laterales. Está en modo esclavo y se dispara por simpatía con el resto de las luces.
Por último, para evitar que la jarra del caldo quedara demasiado plana y crear una dirección de luz principal, situé un flash de contra, sobre las 11, que dibuja en blanco los contornos de la jarra y le da volumen.

Canon 5D Mark II con EF 100mm f/2.8L Macro IS USM
Enfoque a 1,09 m
f:20
Velocidad: flash
ISO 160
Original RAW procesado con DxO Optics Pro 11.3.1 v. Elite.